En el marco del proceso de democratización cultural de los años noventa en Chile, en 1997 la DIBAM inició en las Bibliotecas Públicas de Chile la implementación del proyecto “Mecanismos de Gestión Participativa”, cuyo desafío era posicionar a las Bibliotecas Públicas en espacio de gestión cultural comunitaria y no como espacios reducidos a la atención de un público principalmente escolar. Por tanto se buscaba establecer una relación dinámica, permanente y fluida con sus respectivas comunidades. Desde su especificidad, cada biblioteca debía constituirse en un espacio de desarrollo cultural, en donde niñas, niños, mujeres y hombres, encuentren una oportunidad para expresar y desarrollar sus diversos intereses de información, educación y placer por la lectura.

Los MGP también respondían a políticas e iniciativas institucionales de la Subdirección de Bibliotecas Públicas para el acercamiento y apertura de los espacios de las bibliotecas a las comunidades, así se establecen las estanterías abiertas, la eliminación de carteles de silencio, los rincones temáticos, las agrupaciones de amigos de las bibliotecas, entre otras acciones tendientes a incorporar en la gestión a los grupos y personas de la comunidad, con el fin de alcanzar una mayor calidad  y pertinencia del quehacer de éstas, en relación a las necesidades e intereses de sus usuarios reales y potenciales.

Dos fueron las premisas fundamentales de los MGP, por una parte se comprende como clave el rol de las Bibliotecas Públicas en el proceso de democratización cultural, en tanto son actores estratégicos en el desarrollo local, que contribuyen a mejorar la calidad de vida de las comunidades que atienden; por otra parte e igualmente relacionada con la anterior, se comprende que la calidad y pertinencia de la labor desarrolladas por las Bibliotecas Públicas implicaba necesariamente incorporar la participación de las personas y grupos del entorno social y comunitario de éstas así como sus necesidades y demandas, tanto para fortalecer a la propia organización así como la imagen y función social de las instituciones ante las autoridades responsables del mantenimiento de éstas.

De esta manera, era preciso apoyar la formación de jefes y jefas de bibliotecas para integrar a sus comunidades en la gestión cultural que desarrollan, transformando a sus Bibliotecas en referentes culturales de primer nivel frente a sus entornos sociales y políticos.

El primero de los procedimientos para instalar un Sistema de Gestión Participativa[1] en las Bibliotecas Públicas fue la aplicación de los Instrumentos de Monitoreo del Entorno. Estos instrumentos, propios de estudios de mercado (o marketing cultural) le permitirían a las personas encargadas de las bibliotecas:

  • Obtener un adecuado conocimiento acerca de la realidad social, cultural, económica  productiva y educativa de su comunidad: Autoencuesta para el jefe de la Biblioteca y su equipo.
  • Reconocer los intereses y necesidades culturales e informativas presentes en ella: Encuestas de Intereses Culturales e Informativos.

La Autoencuesta permitiría recopilar información general sobre la comunidad (datos de población, actividad organizacional, situación socioeconómica, etc.). A la vez, su análisis permitirá sistematizar preliminarmente aquellas necesidades culturales e informativas que pueden ser satisfechas desde el trabajo de la Biblioteca.

Las Encuestas de Intereses Culturales e Informativos -con una versión para niños y otra para adultos-, permitiría reconocer las necesidades culturales e informativas del sector consultado y establecer estrategias de intervención sobre uno o varios de estos sectores.

Una vez aplicados los instrumentos de monitoreo del entorno, correspondía implementar una metodología para la convocatoria y coordinación de una ASAMBLEA DE AUTODIAGNOSTICO Y PLANIFICACIÓN, en donde a partir de los resultados del monitoreo, se pudieran concordar los elementos fundamentales para la elaboración de un Plan Anual de Acción Cultural, Educativa, Recreativa e Informativa. Asimismo, se esperara en esta instancia fortalecer a las agrupaciones de amigos de las bibliotecas existentes y promover la formación de nuevos, con el fin de integrarse a la gestión de éstas.

De este modo, se comprende que para realizar una gestión moderna y pertinente desde las bibliotecas públicas se debía contar primero con información actualizada respecto al entorno comunitario y a las necesidades y demandas específicas hacia la biblioteca; luego se debía socializar y compartir esta información en una asamblea comunitaria, para la elaboración conjunta de un plan de trabajo anual.

La instalación e implementación de esta primera etapa de los MGP implicó también proponer ciertas estrategias para que las y los jefes de Bibliotecas, con el apoyo de sus respectivas Coordinaciones Regionales, enfrentaran el desafío de desarrollar paulatinamente habilidades en las esferas de la negociación y del liderazgo comunitario y de este modo posicionar a la Biblioteca como un espacio de desarrollo cultural dentro de las comunidades y frente a sus autoridades, en el ámbito de la cultura local, regional y nacional. Estas estrategias se relacionaban con:

  • Desarrollo del liderazgo entre los y las jefes de Bibliotecas.
  • Métodos de negociación desde las Bibliotecas.
  • Marketing cultural en la labor de las Bibliotecas.

De esta manera los MGP pretendieron ser un conjunto de herramientas o procedimientos para integrar a las comunidades en la gestión de las bibliotecas, desde la etapa de diseño, planificación e implementación de proyectos e iniciativas culturales desde el espacio de la biblioteca pública.  Estos procedimientos permiten:

  • Ejecutar un diseño sencillo de investigación de monitoreo del entorno de cada biblioteca.
  • Comunicar eficazmente los resultados de esa investigación ante la comunidad.
  • Convocar y conducir una Asamblea de agentes comunitarios.
  • Integrar a las comunidades al diseño de proyectos de gestión cultural.
  • Sistematizar esos proyectos a través de un Plan Anual de Acción cultural.
  • Proyectar un trabajo conjunto con la comunidad por medio de Agrupaciones de Amigos.
  • Dar cuenta de la gestión de la biblioteca a través de la medición de indicadores de desempeño para ser informados, comunicados ante la comunidad.

Actualmente las premisas de los MGP pueden parecer indiscutibles u obvias, sin embargo, a fines de la década del noventa para muchas instituciones públicas, entre ellas las bibliotecas, abordar la gestión desde el enfoque de la participación era una novedad, incluso aspectos básicos como realizar consultas simples a la comunidad de usuarios respecto a sus necesidades y satisfacción con los servicios públicos que acceden e integrar sus respuestas en el diseño de los mismos.

En este sentido las bibliotecas públicas fueron pioneras en el proceso de mejoramiento de la gestión de las instituciones y servicios públicos del país. En el año 2001, a nivel nacional se implementa el Programa de Mejoramiento  de Gestión (PMG), instrumento de apoyo a la gestión de los servicios públicos para los procesos de formulación, implementación, seguimiento y evaluación de los programas de mejoramiento de los servicios, lo que implicó sin duda la apertura e integración de las comunidades de usuarios y ciudadanía en la gestión de estos servicios y en lo que respecta a la gestión de las bibliotecas públicas significó una concordancia o continuidad de los mecanismos para la gestión participativa.

De los “MGP” a los “PMG” ¿sólo un alcance de letras?, pensamos que no, pues ambos son instrumentos de apoyo para alcanzar servicios públicos cada vez de más calidad y pertinentes a las necesidades, intereses y demandas de las comunidades en las cuales se encuentran presenten.

 

[1] Para mayor detalles se sugiere consultar: Gestión Participativa en Bibliotecas Públicas: los desafíos de trabajar con la comunidad, DIBAM, Santiago de Chile 1999, de los autores Carolina Maillard; Ricardo López; Paula Palacios, y Miguel Urrutia. Disponible en: http://www.dibam.cl/dinamicas/DocAdjunto_45.pdf.