A fines del año 2019, Chile atravesaba una profunda crisis social y política, con una necesidad sentida de las y los ciudadanos por relevar sus derechos. Al otro lado del mundo, en Wuhan, China, aparecía un nuevo virus, denominado por la OMS SARS-CoV2 causante de la enfermedad COVID-19, conocida como coronavirus. Lo que llevó a declarar emergencia de salud pública de importancia internacional a partir del 30 de enero de 2020. Por su parte, el 8 de febrero de 2020, el Ministerio de Salud decreta Alerta Sanitaria en todo el país, hecho que pone a prueba el sistema de salud chileno, el cual ha debido enfrentar una de las pandemias más grandes que ha vivido la humanidad, junto a la mayor crisis social de los últimos años. 

La Atención Primaria de Salud (APS), ante la llegada del coronavirus tuvo que modificar su funcionamiento, dejar de realizar las acciones de promoción y prevención, reducir al máximo las consultas y controles de poblaciones a cargo, incorporando atenciones a distancia como la teleasistencia y la telemedicina, readecuar los espacios físicos y la forma de atención para dar respuesta a los casos COVID-19, aumentando las medidas de protección, tanto para el equipo de salud como para los usuarios y usuarias, a modo de evitar la propagación de los contagios. Todo esto generó un impacto directo en los indicadores sanitarios, en el aumento de los costos y en los recursos invertidos. 

La actual crisis social y sanitaria ha influido directamente en el bienestar de la población y con ello en su entorno social y en su condición de salud, lo cual impactará en el abordaje de las problemáticas a que deberá responder y adaptarse la APS para satisfacer las nuevas necesidades de usuarias y usuarios. Es importante enfatizar que, para lograr una Atención Primaria de Salud renovada, se deben tomar decisiones adecuadas y oportunas, lo que implica trabajar un nuevo modelo de desempeño institucional que traspase el modelo tradicional de gestión y evolucione hacia lo que se ha llamado gestión por procesos, el que, a su vez, se base en la pertinencia local de sus intervenciones. 

Por ello, la instalación de Modelos de Gestión locales en la APS, conforme a sus propios determinantes sociales, con la participación de la comunidad y del intersector, deben ser los criterios para instaurar las políticas, estrategias, objetivos y desafíos que les permitan avanzar hacia el objetivo de mejorar la calidad de vida de las y los habitantes de cada comuna. Se debe priorizar la participación comunitaria, como un actor activo, vigente y evolutivo que pueda colaborar con las estrategias de salud, donde su opinión sea de vital importancia para el mejoramiento de la satisfacción usuaria y de la pertinencia en la atención. 

Esto requerirá planificar de manera estratégica y flexible, avanzado hacia la elaboración de Planes de Salud Comunales a largo plazo, lo que permitirá medir el impacto de las acciones de salud en la población, y reprogramar acciones frente alguna eventualidad o contingencia, como la actual pandemia. Asimismo, se deberá propiciar el trabajo cooperativo, la interacción de las experiencias individuales y colectivas, fomentar la autonomía y la responsabilidad de los equipos, fomentar una mayor participación de estos en la toma de decisiones, establecer objetivos coherentes en toda la organización y centrar la organización en las demandas y expectativas de quienes acuden al servicio. Además, se deberá prestar especial atención a la calidad y seguridad asistencial, no solo con miras a la acreditación en salud, sino considerándola un pilar fundamental para prevenir el daño y gestionar los riesgos, con el fin de conseguir el bienestar de las personas que dependen de la atención que se presta en el nivel primario.

Las demandas y necesidades de la población expresadas en el estallido social, así como el legado que dejará la pandemia por COVID-19, se deben visualizar como una oportunidad de mejora, para la reactivación de las prestaciones en la APS, las que deben estar dirigidas a potenciar una atención de salud integral, base del modelo a este nivel, en el cual se deben reactivar acciones que promuevan y faciliten la atención eficiente, eficaz y oportuna que se dirige, más que al paciente o a la enfermedad como hechos aislados, a las personas, consideradas en su integralidad física, psicológica y social. 

El fortalecimiento de la gestión institucional en el nivel primario de atención, será la piedra angular para retomar las acciones de salud que necesita la población, de manera paulatina y segura, que involucre a todos los actores claves de los procesos de funcionamiento de las organizaciones de salud, tanto entidades administradoras como centros de salud primarios, mejorando y adecuando a las nuevas necesidades su capacidad de gestión interna, considerando los desarrollos y proyectos locales existentes, identificando las fortalezas y debilidades y con esto avanzar hacia la elaboración de acciones específicas y concretas que permitan el desarrollo de la organización en respuesta a los nuevos desafíos, en sintonía y coherencia con las necesidades pesquisadas desde la comunidad.

Q.F. Marcia Ibarra Hidalgo
Magister en Administración de Empresas con Especialización en Salud

Kglo. Víctor Díaz Aguilera
Diplomado en Gerontología Comunitaria, Promoción de Salud y Participación Ciudadana